Amares…
Era el nombre de la sirena más bella que se tenga recuerdo. Pura, etérea, de largos cabellos color turquesa y escamas brillantes que iluminaban todo a su alrededor.
Poseía un talento innato para el canto y también una timidez que le impedía hacerlo en público. Solía cantar en sus momentos de soledad y en las noches de Luna llena, mientras los peces bailaban a su alrededor.
Producto de una desilusión amorosa su voz y belleza se apagaron. Amares decidió huir de las aguas nortinas que le recordaban a ese ingrato y traicionero amor y así buscar refugio en las playas del litoral central. Allí entre bellos bosques de pino y calmada aguas de Pelancura se refugió con su tristeza.